viernes, 20 de agosto de 2010

CAP 63

Hacer el amor. Se le contrajo la garganta al enfrentarse a la verdad: hacer el amor era exactamente lo que había estado haciendo con ella, quizá por primera vez en su vida. Pero para MILEY aquello podría ser sólo un paso más en la iniciación a los placeres que un día compartiría con otro hombre. Y él tenía que proteger su corazón.
-Ya veo que te has traído tu manual -dijo intentando mantener el tono ligero.
-Dijiste que querías verlo.
-¡Oh, sí! -aseguró aunque la técnica era lo que menos le importaba en ese momento.
Se inclinó y extendió la manta en la arena. miley se estiró en ella mientras él empezaba a quitarse la ropa con manos temblorosas sin poder dejar de mirarla. Era como una diosa de la naturaleza. Nunca hubiera podido imaginar que su rincón secreto se podría convertir en un sitio tan seductor.
El domingo por la noche ella le había cautivado con las sábanas de satén y la habitación teñida de rosa, pero había algo más salvaje en la escena que tenía delante. No muy lejos, un par de coyotes aullaron quizá apareándose a la luz de la luna. El sonido despertó unos instintos tan básicos, que haría bien en ignorar.

-Coyotes -comentó miley . Suenan tan... primitivos.
nick ya había acabado de quitarse la ropa y metió la mano en el bolsillo de los vaqueros. Notó un tono de urgencia en la voz de ella y se arrodilló en la manta con el corazón desbocado. Sólo estaban jugando, se dijo a sí mismo. Sería una locura tomarlo en serio.
-Entonces, profesora, ¿qué quieres intentar?
Ella abrió el libro y se apartó un poco para que la luz de la luna iluminara la página.
-Esto.
Los coyotes aullaron de nuevo mientras nick contemplaba el dibujo en blanco y negro de una pareja apareándose como todas las criaturas de la naturaleza. Contuvo el aliento sabiendo que aquello era lo que había llenado su imaginación al escuchar sus aullidos pero sin imaginarse que ella querría hacer una cosa así. Pero Dios.. amarla de aquella manera con los sonidos de la noche rodeándolos... se moría de deseo.
La miró y sintió un temblor. Aquel apareamiento primitivo sería de gran importancia para él, pero para ella podría ser una experiencia rara.
-¿Estás segura?
-miley cerró el libro despacio y rodó sensualmente sobre el estómago. Antes de que nick se diera cuenta de lo que estaba haciendo, se había alzado con las rodillas y las manos ofreciéndole su redondo trasero en la invitación ancestral de una hembra ante su macho elegido.
Su cuerpo no podía negarse. La sangre le hervía y una necesidad salvaje lo asaltaba. Agarrándola por las caderas, se colocó detrás de ella. Un bramido gutural se le escapó de la garganta mientras luchaba por contener el deseo de sumergirse en ella hasta lo más hondo. En vez de hacerlo, entró con suavidad para no asustarla.

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