jueves, 5 de agosto de 2010

CAP 39

La furgoneta de envíos llegó a la casa de miley a la mañana siguiente. Mientras firmaba el recibo, se fijó en el sello de Flagstaff. Bueno, al menos no le había mandado otro ramo de flores, la segunda vez le hubiera costado mucho explicarlo.
En cuanto se despidió del conductor, cerró la puerta y rasgó el papel del paquete. Dentro había un par de guantes de una piel increíblemente suave. Se los puso y notó que eran demasiado grandes para ella, pero dentro de uno de los guantes encontró una nota.

Querida miley-.
Los vi en unas rebajas. Podría haberlos llevado el sábado por la noche, pero he decidido mandártelos para que pases las próximas treinta y seis horas imaginando lo que sentirás cuando me los ponga y recorra todo tu cuerpo con mis manos. Mientras tanto, disfruta de las margaritas.
A.


Con un grito de frustración, se los llevó al pecho. ¡Qué hombre tan diabólico! Qué maravilloso y provocador. Sonrió para sí misma. Aquello era por haberlo torturado por teléfono. Se puso un guante y lo deslizó por el brazo desnudo. Oh, Dios.
-Hola, hola. ¿Puedo pasar?
miley se levantó justo cuando su madre abrió la puerta principal, que siempre estaba abierta. Era una costumbre que no había tenido sentido cambiar. Hasta el momento... Con el corazón acelerado como si la hubieran sorprendido con el frasco de la mermelada, se metió la nota de nick en el bolsillo y esbozó una sonrisa de bienvenida.
-Hola, mamá. ¿Cómo te va?
-Hace días que no he sabido nada de ti, así que decidí pasarme para averiguar tras lo que andas. Hija, tienes una cara más culpable que un pecado. ¿Qué es lo que está pasando?
-Nada, mamá.
tish cyrus era una mujer baja, regordeta y bonachona. miley no quería que perdiera ni un gramo de peso, pero sí un poco de su sagacidad.
tish miró la mesa con los restos del paquete y después los guantes, uno en la mano de miley y otro contra su pecho.
-¿Qué es esto, una broma? ¿Guantes en medio de una ola de calor?
miley pensó con rapidez.
-Eso es. Me los ha enviado nick desde Flagstaff como para decirme: "mira qué frío pasamos aquí mientras ahí te estas asando".
tish lanzó una carcajada.
-Muy típico de nick . Y si no te conozco mal, ya estás planeando vengarte en este mismo instante. Sólo espero que no le vuelvas a meter hormigas en la cama. Norah se pasó una semana para sacarlas de la casa del rancho.
-No, no serán hormigas. Creo que le soldaré las botas a los estribos o algo así.
-Bueno, prometo no contarlo. ¿Quieres comer?
-Sí, claro.
Había pensado pasar el día transformando la habitación, pero lo retrasaría para después del almuerzo.
-Bien, estaba pensando que dentro de poco ya no podré pasarme por aquí a invitarte a almorzar, así que aprovecharé el tiempo que te quede.
miley se acercó y le dio un abrazo a su madre.
-Volveré cada vez que pueda. Y papá y tú tenéis que ir a Nueva York a visitarme.
-Oh, lo haremos..., pero no será lo mismo. ¡Dios, qué suaves son esos guantes!.
miley se había olvidado de que todavía llevaba uno puesto.
-Hum, sí. Puede que los use en Nueva York.
-¿No son un poco grandes para ti?
-Sí, bueno, pero es el detalle lo que cuenta.
Sin duda, nick quería torturarte mientras él disfrutaba del aire fresco de las montañas y ni se molestó en ver si te valían o no. ¡Hombres!
-Son unas sanguijuelas todos ellos.
-Pero no podríamos vivir sin ellos.
-Supongo que no
.

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