viernes, 20 de agosto de 2010

cap 60

miley sintió unas repentinas ganas de hacer una diablura y le dirigió una mirada lánguida a nick.
-Aunque me encantaría aprovecharme de ti, éste es mi favorito.
Entonces pasó la lengua por el borde del cucurucho.
nick la miró con sorpresa.
-Así, si lames la parte de arriba, puedes sorber todo el helado -dijo, demostrando su técnica sin dejar de mirar a nick.
Él siguió mirándola, agarrado al mostrador con tanta fuerza, que los nudillos se le pusieron blancos.
-¿Señor Jonas? ¿Sabe ya lo que va a tomar?
nick no apartó la mirada de miely .
-Ah, sí. Lo mismo que ella.
-Ya va.
-No puedo creer que estés haciendo esto -susurró.
-¿Comer un helado? -sonrió con inocencia-. Eso es lo que hace todo el mundo en el Creamy Cone.
-Pero no de esa manera.
-Exactamente de esta manera. He comido millones de helados así.
-Pero no justo después de...
-miley bajó la mirada a la altura de su cintura y se sintió halagada por el ligero bulto.
-No sé de qué estás hablando.
-Oh, claro que lo sabes. Tienes suficiente imaginación -dijo nick en voz baja-. Te encanta torturarme, ¿verdad?
-Estamos empatados. Tú disfrutaste jugando cuando entramos, aparentando hacer el tonto con Kimberly.
-Eso era .......
-Señor Jonas. Aquí tiene su helado. Ah, las otras señoras dijeron que pagaría usted toda la cuenta.
-Sí, sí.
Le costó un gran esfuerzo apartar la mirada de miley y concentrarse en sacar los billetes para pagar y guardar la cartera.
-Si hubiera sabido lo que ibas a hacer con él, no te habría invitado.
-Lo justo es lo justo.
Mucho más contenta que cuando había pensado en su posible matrimonio, miley se alejó hacia la mesa.

nick jugó de forma pésima al póquer al día siguiente y los hermanos cyrus le tomaron el pelo acerca de su última conquista e insistieron en saber su nombre
Su última conquista. Se rió ante la ironía mientras metía una manta y dos toallas en la silla de montar el jueves por la noche para su paseo con miley . Más bien, era miley la que lo había conquistado a él. Le daba miedo poner nombre a lo que estaba sintiendo por ella, pero no se la podía quitar de la cabeza ni un solo minuto y aquello no era buena señal.

Ninguna mujer le había enganchado con tanta rapidez. Quizá fuera todo lo que había leído o quizá tuviera talento natural para excitar a un hombre. En cualquier caso, sus instintos no tenían nada que envidiar a una conejita del Play Boy y eso que no tenía experiencia nada más que con él. Eso le gustaba. Y le gustaba demasiado teniendo en cuenta que la situación cambiaría. En Nueva York vivían más hombres que en todo tenesse y miley tendría muchas oportunidades de encontrar al menos a uno que le gustara.

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