Lo habían pasado de maravilla y nick hasta había pensado en pedirle que saliera con él en serio. Estaba tan bonita con aquel traje amarillo, que se le había secado la garganta y para su sorpresa, se había excitado un poco cuando habían bailado. Hasta había estado a punto de besarla en la pista de baile, pero había recuperado la razón pensando en lo que le harían sus hermanos si la tocaba siquiera. Y además, besarla hubiera sido como besar a su hermana.
Ella seguía mirando al río.
-nick, yo...
-Yo también -la atajó para que no pusiera en palabras lo que él mismo sentía
-Oh, no lo creo. El asunto es, Nick.. que todavía... soy virgen.
La sorpresa fue tal, que nick se atragantó con la paja que estaba mordisqueando y empezó a toser con violencia. Cuando las palmadas de miley no consiguieron calmarlo, ella se acercó al río con su sombrero y lo llenó de agua.
-Bebe.
Nick bebió y se quitó el sombrero para echarse el resto del agua por encima de la cabeza. Cuando se sacudió el agua de los párpados e inspiró con fuerza, se sintió algo mejor.
Ella seguía arrodillada frente a él cuando tuvo el valor de mirarla.
-¿Y qué? -preguntó con voz cascada.
-Que tengo veintiséis años.
-¿Y?
Sabía que su respuesta carecía de ingenio, pero tenía bloqueado el cerebro. Lo cierto era que si se hubiera puesto a pensar en el asunto, habría llegado a la conclusión de que miley debía de ser virgen. Sus hermanos la habían acorazado desde el momento en que había entrado en la pubertad.
-Que no puedo ir a una gran ciudad así. No puedo ser consejera de unas chicas que probablemente ya lo habrán experimentado a los trece años.
-Ya entiendo.
Y de forma demasiado gráfica. Estaba pensando en la horrible posibilidad de que le pidiera a él que se encargara de solucionar el problema.
-Pues yo creo que puedes ir perfectamente a Nueva York sin... experiencia. La castidad está en auge últimamente. Podrías ser un modelo para ellas.
-¡Oh,Nick! ¡Yo no quiero ser ningún modelo de castidad! Yo no elegí ser virgen por algún convencimiento profundo. Sabes tan bien como yo que la culpa de todo esto la tienen mis hermanos.
Sus hermanos. Dios, le arrancarían la piel a tiras si le pusiera un solo dedo encima.
-¡Pero tus hermanos no van a ir a Nueva York!
En cuanto lo dijo, supo que había caído de la sartén al fuego.
-No, y ése es el otro asunto. Estaré sin tener ni idea del sexo y sola en una ciudad abarrotada de hombres sofisticados. Si lo que quieres de mí es que me tire a los pies del primer truhán de ciudad que me tome por una boba por no saber nada...
Aquella era una trampa mortal. Y que lo ahorcaran, si no se sentía tentado.
-Por supuesto que no, pero...
-Necesito a un hombre agradable, Nick. Alguien que me pueda resolver este problema antes de irme.
¡Oh, Dios! Iba a pedírselo a él. El corazón se le desbocó y se preguntó si tendría valor para rechazarla.
-Escucha,miley . No sabes lo que estás diciendo.
-Sé exactamente lo que estoy diciendo y tú eres la única persona en quien puedo confiar para encontrar a ese hombre.
Ella seguía mirando al río.
-nick, yo...
-Yo también -la atajó para que no pusiera en palabras lo que él mismo sentía
-Oh, no lo creo. El asunto es, Nick.. que todavía... soy virgen.
La sorpresa fue tal, que nick se atragantó con la paja que estaba mordisqueando y empezó a toser con violencia. Cuando las palmadas de miley no consiguieron calmarlo, ella se acercó al río con su sombrero y lo llenó de agua.
-Bebe.
Nick bebió y se quitó el sombrero para echarse el resto del agua por encima de la cabeza. Cuando se sacudió el agua de los párpados e inspiró con fuerza, se sintió algo mejor.
Ella seguía arrodillada frente a él cuando tuvo el valor de mirarla.
-¿Y qué? -preguntó con voz cascada.
-Que tengo veintiséis años.
-¿Y?
Sabía que su respuesta carecía de ingenio, pero tenía bloqueado el cerebro. Lo cierto era que si se hubiera puesto a pensar en el asunto, habría llegado a la conclusión de que miley debía de ser virgen. Sus hermanos la habían acorazado desde el momento en que había entrado en la pubertad.
-Que no puedo ir a una gran ciudad así. No puedo ser consejera de unas chicas que probablemente ya lo habrán experimentado a los trece años.
-Ya entiendo.
Y de forma demasiado gráfica. Estaba pensando en la horrible posibilidad de que le pidiera a él que se encargara de solucionar el problema.
-Pues yo creo que puedes ir perfectamente a Nueva York sin... experiencia. La castidad está en auge últimamente. Podrías ser un modelo para ellas.
-¡Oh,Nick! ¡Yo no quiero ser ningún modelo de castidad! Yo no elegí ser virgen por algún convencimiento profundo. Sabes tan bien como yo que la culpa de todo esto la tienen mis hermanos.
Sus hermanos. Dios, le arrancarían la piel a tiras si le pusiera un solo dedo encima.
-¡Pero tus hermanos no van a ir a Nueva York!
En cuanto lo dijo, supo que había caído de la sartén al fuego.
-No, y ése es el otro asunto. Estaré sin tener ni idea del sexo y sola en una ciudad abarrotada de hombres sofisticados. Si lo que quieres de mí es que me tire a los pies del primer truhán de ciudad que me tome por una boba por no saber nada...
Aquella era una trampa mortal. Y que lo ahorcaran, si no se sentía tentado.
-Por supuesto que no, pero...
-Necesito a un hombre agradable, Nick. Alguien que me pueda resolver este problema antes de irme.
¡Oh, Dios! Iba a pedírselo a él. El corazón se le desbocó y se preguntó si tendría valor para rechazarla.
-Escucha,miley . No sabes lo que estás diciendo.
-Sé exactamente lo que estoy diciendo y tú eres la única persona en quien puedo confiar para encontrar a ese hombre.
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