sábado, 11 de diciembre de 2010

CAP 80

nick quería tirar el colgante donde fuera. En los tortuosos días que siguieron desde la mañana de la partida de Miley , había intentado hacerlo en la basura, en el río y por un precipi-cio, pero no lo había conseguido.
El día en que ella se había ido, había permanecido en un promontorio fuera del pueblo mirando cómo su coche desaparecía y, bastante después de perderse en la distancia, seguía allí con el colgante en la mano.
En las semanas que siguieron mantuvo la perla en un cajón de su habitación y había adquirido la costumbre de metérsela en el bolsillo de los vaqueros al empezar el día con la débil esperanza de que, después de un tiempo de vivir en la ciudad, ella se cansara y volviera a casa.
Mientras tanto, él realizaba su trabajo en el rancho como un robot. Cuando Miley había vi-vido en Copperville, le había gustado su trabajo, pero ahora la rutina diaria se le hacía inso-portable sin ella. Era ella la que había hecho que su vida fuera interesante y ahora ella había cumplido su sueño y lo había dejado atrás.
En un caluroso día de finales de septiembre, estaba una tarde tirando piedras al río cuando llegó a una decisión vital. En cuanto sus padres murieran, vendería el rancho y se iría a reco-rrer mundo. Eso no supliría la pérdida de Miley , pero tendría que servir.
Entonces, toda la farsa le pareció estúpida. Aparentar que amaba un rancho que no conser-varía en cuanto sus padres murieran era una injusticia para ellos. Sin embargo, contarles la verdad después de tantos años, no sería fácil. Pero tendría que hacerlo y acabar con aquella hipocresía.
Esperó hasta que acabaron de cenar. Apenas había sido capaz de probar el mejor asado de su madre, pero se obligó a tomar hasta el último bocado y mantener una conversación sobre antigüedades y sementales.
Desde que había entrado en el rancho esa tarde, lo había visto con unos ojos nuevos. Ahora que había decidido que aquel lugar no lo encadenaría, podía valorar las brillantes vigas y la chimenea de piedra, el pesado mobiliario de cuero alrededor de la chimenea y la mesa de cao-ba labrada del comedor.
No sería un mal sitio para vivir.., algún día y con la persona adecuada. Pero no podía esperar que sus padres lo mantuvieran sin él hasta que se asentara, ya que antes de que llegara ese día tenía muchas cosas que hacer.
Por fin, apartó su plato a un lado y los miró.
-Tengo que hablar con vosotros. Es... bastante serio.
-Por fin -exclamó su madre con un suspiro.
Nick la miró con sorpresa.
-¿Qué quieres decir?

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