Nueva York era todo con lo que miley había soñado. Se había acostumbrado a recorrer Manhattan de arriba abajo en los fines de semana y en cada excursión descubría nuevas delicias. Se había hecho adicta a la comida callejera y a las tiendas de exquisiteces así como a subir a lo alto del Empire State.
Pero lo que no había esperado era sentirse tan terriblemente sola. Se había hecho amiga de la gente de su trabajo, pero para ella la amistad requería mucho más tiempo. Los amigos eran la gente que conocías de años, la que conocía a tu familia y al resto de tus amigos. Los amigos eran gente como nick ...
Había creído que el deseo por él se le pasaría después de dos meses, pero en todo caso, se había hecho más fuerte. Ese día, lo llevaba peor de lo normal, porque era domingo y porque era la fiesta de Halloween, unas vacaciones que nick y ella habían compartido durante veintitrés años y nunca se habían considerado demasiado mayores como para disfrazarse.
Tuname había sido invitada a una fiesta de una de las profesoras de su escuela y había acep-tado, pero ahora, sentada en su diminuto apartamento intentando pensar en un disfraz, no conseguía animarse. Lo más sencillo sería ponerse el disfraz de doncella de harén con el que había bailado para nick , pero eso le traería recuerdos.
Suspiró. Se moría de ganas de que nick la abrazara de nuevo, pero lo echaba de menos más a él que sus relaciones sexuales. Ya había rechazado algunas invitaciones para salir. Sólo pensar en que alguien que no fuera nick la besara le producía escalofríos.
Si seguía así, debería resignarse a la idea de quedarse soltera para siempre. Estaba empe-zando a pensar que ella era mujer de un solo hombre. Nunca lo había creído antes, pero después de lo del verano, nick se había llevado no sólo su virginidad, sino su corazón.
Después de ponerse los transparentes bombachos y el sujetador de brocado, se fue al espejo de su pequeña habitación a ajustarse el velo y sintió ardores al pensar en los ojos de nick cuando había bailado para él. Nunca en su vida se había sentido tan sensual como cuando había agitado sus senos prácticamente delante de las narices de nick. Le había hecho perder la cabeza. Quizá no quisiera casarse con ella pero en aquel momento le había pertenecido por completo.
Y había dicho que la amaba. Ahora se preguntaba si lo único que significaría sería la fantástica relacion que habían compartido durante el verano.
No, no podía ponerse aquel disfraz. Le hacía echar de menos a nick de todas las formas concebibles, física, mental y emocionalmente. Alquilaría un vídeo y pasaría de la fiesta. Se llevó la mano al cierre del sujetador de pedrería cuando sonó el timbre de la puerta.
Sería seguramente su vecina de la puerta de al lado. Se miró al espejo. Bueno, era Hallo-ween, así que nadie se extrañaría de encontrarla disfrazada.
El timbre sonó de nuevo. Entonces la voz que oyó le llevó el corazón a la boca.
-Golosinas o pellizco.
-¡Nick!
Salió corriendo a la puerta, abrió y dio un respingo
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