Habían ensayado juntos su papel en la casa árbol del jardín de miley. Había estado a punto de besarla, sólo por exigencias del guión, pero los dos habían decidido que no era necesario para aprender el papel. El se había sentido aliviado, por supuesto, porque besar a miley le hubiera parecido raro. Pero en su momento, lo había deseado de todas formas.
-Ah, sí, y hace una bonita mañana, al fin -contestó él interpretando su parte.
Estaba estupenda como siempre, pero tenía algo diferente esa mañana. La estudió intentando averiguarlo.
-¿Te has cortado el pelo?
-Desde la última vez que me has visto no. ¿Por qué? ¿Está mal?
-No. Está bien.
En los veintitrés años que llevaba mirando a miley, la había visto con trenzas, permanentes afro, rapados punkies y hasta mechas rojas y amarillas. Le gustaba cómo lo llevaba ahora, hasta la mitad de la espalda, rojo volcanico y recto para que le salieran sus ondas naturales.
-¿Es que tengo una mancha en la camisa o algo así?
-No -se ladeó el sombrero con la punta del dedo-. Juraría que hay algo diferente en ti. ¿Llevas algún maquillaje raro?
-¿Para montar a caballo? No soy tan estúpida.
nick contempló su suave piel donde se le notaban todas las pecas y sus labios, que tenían el mismo color rosado de siempre. No, no llevaba maquillaje.
Pero al mirarla a los ojos verdes, intentó descifrar qué era lo que le pasaba. Nunca se habían ocultado nada hasta el momento. Pero esa mañana, fuera por lo que fuera,miley tenía un secreto. Le cambiaba toda la expresión haciéndola parecer misteriosa, casi sensual. Y eso que él nunca había pensado en miley como en una mujer sensual.
A pesar de sí mismo, estaba intrigado. Y hasta un poco excitado. nick no asociaba a miley con el misterio, eso era un concepto nuevo. Decidió esperar y adivinar el secreto en aquellos grandes ojos grises. Sería divertido..
Le dio un pellizco en la nariz y dio un paso atrás.
-Supongo que me estaré imaginando las cosas. Eres la misma smiley de siempre. ¿Lista para montar?
Para sorpresa suya, ella se sonrojó. Y miley nunca se había sonrojado delante de él. Se conocían demasiado bien.
-Hum, seguro -murmuró ella dirigiéndose hacia Peppermint sin mirarlo-. Estamos desperdiciando el día.
Mientras nick intentaba averiguar qué había dicho para hacerla sonrojarse, ella montó con facilidad y él hubiera jurado que se estremecía. Aquél iba a ser el paseo a caballo más interesante que había realizado con miley.
Quizá pedirle ayuda a nick no fuera a resultar tan sencillo, pensó miley mientras se dirigía al camino que daba al río. Allí estaba ella sonrojada por un comentario inocuo como montar. Quizá hubiera leído demasiados libros de aquellos y ahora le parecía que todo tenía alguna connotación sexual. Desde luego, no podía ir a Nueva York sin resolver aquel asunto.
Esquivando alguna ocasional rama baja, miley iba a un cuerpo por delante de él. Nick sabía que algo pasaba. Ella nunca había podido guardarle ningún secreto, así que le contaría su plan en cuanto llegaran al banco arenoso del río que había sido siempre su rincón favorito. De niños lo habían usado para imitar las batallas de la Guerra de las Galaxias y, cuando crecieron, solían ir allí a beber refrescos y hablar de lo que les estuviera pasando en la vida en aquel momento.
miley nunca había enseñado aquel escondite a nadie más, ni tampoco nick, por lo que ella sabía. Antes de que ninguno de los dos supiera nada del sexo, ya habían discutido allí si los hombres y las mujeres harían los bebés igual que los caballos, cabras y perros.
Más adelante, nick había puesto fin a sus conversaciones sobre el asunto y ahora miley quería abrir de nuevo la discusión, pero no estaba segura de tener valor suficiente.
-Bueno, ¿cuál es tu proyecto para este verano? -preguntó nick tras ella-. Siempre tienes uno.
Pero miley no quería hablar mientras estuvieran montados a caballo.
-Todavía me lo estoy pensando.
-¿De verdad? Pues normalmente ya lo tienes planeado hacia abril. Nunca me olvidaré del año que estabas fascinada con Australia y no dejabas de lanzar el aparato ese infernal mientras yo asaba gambas en la barbacoa.
-¿Y cómo iba yo a saber que encabritaría a los caballos?
nick lanzó una carcajada.
-Eso hubiera encabritado hasta a un muerto. ¿Sigues jugando o ya has tenido compasión de tus vecinos?
-Ya no juego.
miley apenas tenía que guiar a Peppermint después de las veces que había hecho aquel recorrido. Se podía oler el río cerca ya y la yegua aceleró el paso. Como siempre, miley deseaba ver aquella primera imagen de la playa en miniatura rodeada casi por completo por altos farallones.
La yegua llegó al banco y empezó a bajar hacia la arena. Frente a ellos, el río discurría plácidamente y, aparte de unos cuantos patos flotando, la orilla estaba desierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario